viernes, 9 de noviembre de 2007

TRES RELATOS

Autor: TOMMASO LANDOLFI. 1908-1979. (italiano)
Editorial: SIRUELA

De ascendencia aristocrática, antifascista (por lo cual fue encarcelado), celoso guardián de su intimidad, prohibió a sus editores publicar cualquier dato biográfico suyo y vivió en su excéntrica soledad gran parte de su vida. En estos tres relatos de amor, los personajes de Landolfi van creando la propia argumentación de sus razonamientos, psicoanalizándose y justificándose a sí mismos y al objeto de sus deseos: el otro(a). Y lo hace contagiándonos su angustia con un estilo personal de gran fuerza poética por más que los fines que persigan (sus personajes)no se ajusten a los cánones que se exige a la moral preestablecida.
En su primera historia, "La muda", un condenado a muerte espera en su celda, con gran desasosiego, el momento en que lleguen sus carceleros para llevarle a ajusticiar. Sabiéndose y entendiéndose culpable, sin embargo, se plantea cómo será esa angustia en un condenado que sea inocente. Y trata de razonar, intentando justificarse, repasando los motivos y los hechos que le llevaron a cometer su crimen.
En la segunda historia, "La mano robada", Marcello, el personaje masculino, convierte en obsesión su deseo de ver desnuda a una bellísima mujer de la que se ha enamorado perdidamente. Pero él es terriblemente tímido y ella bastante inaccesible. Sus contactos se reducen simplemente a coincidir en fiestas de amigos comunes, gente snob todos ellos procedentes del mundo de las artes y de las letras. En una de sus reuniones sociales a Marcello se le ocurre una idea genial. Propone una partida de póquer en la que se vayan eliminando los jugadores que pierdan en cada mano hasta que quede un sólo y único vencedor. Éste obtendrá como premio que todos los demás se desnuden. Alguien plantea que se ofrezca otra salida alternativa para los perdedores y Marcello, medio en broma, medio en serio, propone que ésta sea el suicidio. Y empieza la partida. ¿En qué acabará?.
La tercera historia, "Las miradas", transcurre en un bar. Él, como todos los días, acude a tomarse su café y su licor. La zozobra le consume. Su esposa, a la que quiere, a la que adora, a la que siente necesaria, indispensable, sufrió un accidente que le dejó el cuerpo lleno de cicatrices horrendas, aunque salvó su cara. Él, afectado por la edad, bastante perdida su actividad sexual nunca demasiado frecuente, la rechaza (a su esposa) cada vez que se insinúa, a la vista de su carne desfigurada. Lo cual provoca una ruptura de relaciones que le conducen al abandono del hogar.
Ella, no la esposa, joven, delgada, de bellas y cuidadas manos, ayuda a su padre y a su hermana en el bar, atendiendo a los clientes aburrida, conformada. Todos los días ve cómo llega ese cliente que, taciturno, sin palabras, sólo con un gesto ya por repetido bien interpretado, pide su café y su licor, los toma, paga y se va. Ambos, ella y él,parecen ignorantes el uno del otro a los ojos de los demás pero no a sus propios ojos y pensamientos que en sus personales diarios nos muestran su atracción mútua. Los dos quieren, desean, todo del otro y nada al mismo tiempo. En diez días sabremos las determinaciones que cada uno toma y el resultado final que darán.
Tres relatos en los que la poesía de la vida entremezcla los deseos sórdidos del instinto animal racional y los sentimientos puros del amor irracional.

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