viernes, 2 de noviembre de 2007

OCÉANO MAR

Autor: ALESSANDRO BARICCO . 1958 . (ITALIANO)
Editorial: ANAGRAMA

Ya me subyugó "Seda", otra de sus obras, cuando la leí. "Océano mar" está escrita con un estilo único y personal, maravillosa, que te encandila, entremezclando lirismo y surrealismo para conseguir una obra que te mantiene en éxtasis mientras la lees. Baste leer unos párrafos que definen una mirada para formarnos una idea de lo que tenemos entre manos.
.....Ann Deverià la miró - pero con una mirada para la que mirar es ya una palabra demasiado fuerte - mirada maravillosa que es ver sin preguntarse nada, ver y basta - algo así como dos cosas que se tocan - los ojos y la imagen - una mirada que no toma sino que recibe, en el silencio más absoluto de la mente, la única mirada que de verdad podría salvarnos - virgen de cualquier pregunta, aún no desfigurada por el vicio del saber - única inocencia que podría prevenir las heridas de las cosas cuando desde fuera penetran en el círculo de nuestro sentir - ver - sentir - porque no sería más que un maravilloso estar delante, nosotros y las cosas, y en los ojos recibir el mundo entero - recibir - sin preguntas, incluso sin asombro - recibir - sólo - recibir - en los ojos - el mundo. .....
La acción se desarrolla en una posada, la posada Almayer. Se encuentra en un extremo de la tierra suspendida sobre la última cornisa del mundo , a un paso del fin del mar. A orillas de un mar tranquilo algunas veces, borrascoso otras, que no conoce el tiempo, que vive un único día, siempre el mismo. Donde el presente desaparece y te conviertes en memoria, donde te despojas de miedos, sentimientos y deseos, donde lo pierdes todo para encontrarlo todo.
Allí acuden pintorescos personajes a curar heridas de su alma o de su mente, a encontrar la respuesta a sus necesidades más íntimas. Siete habitaciones. Siete personajes.
- Plasson, un pintor de gran éxito, afamado retratista muy solicitado y valorado, que vende todo cuanto tiene, abandona su estudio asqueado de lo que hace (para él es pornografía) y se va en busca de la belleza del mar para hacerle un retrato. Día tras día lo intenta infructuosamente porque para él, como retratista, lo más importante que define un retrato son los ojos y en el mar no consigue localizarlos. Intento tras intento, los desvaídos trazos de sus pinceles bañados en agua del propio mar sobre la tela, desaparecen con el primer soplo de viento. ¿Conseguirá encontrar ese principio?. ¿Dónde comienza el mar?.
- Ann Deveriá, la mujer del chal violeta que camina incansable midiendo la inmensa playa con el matemático rosario de sus pasos. Está allí para curarse de una enfermedad: adulterio. Su marido cree que el clima del mar aplacará sus pasiones, la vista del mar estimulará su sentido ético y la soledad del mar la inducirá a olvidar a su amante. ¿Dará resultado?.
- Bartleboom, un científico que diariamente escribe cartas a una mujer imaginaria y las guarda en una caja de caoba. En ellas plasma sus pensamientos y sus experiencias esperando en vano que llegue el día en que encuentre a la mujer, que desde siempre es su mujer, para que las lea. Ha llegado a esa posada como podría haber llegado a cualquier otra. Está preparando una enciclopedia de los límites verificables en la naturaleza con un apéndice a los límites de las facultades humanas. Sus investigaciones científicas le han llevado hasta el mar para encontrar y medir su límite final. Para ello observa cómo las olas rompen sobre la arena y se expanden hasta llegar a un punto en que el agua se detiene y se retrotrae. En ese punto sucede algo extraordinario. En ese mar inmenso, océano mar, en ese lugar pequeñísimo, durante ese instante de nada, ahí se encuentra el límite del mar. Y él se dedica a hacer mediciones infinitas. ¿Encontrará a la mujer que busca?.
- Elisewin, muchacha de 15 años que no ha vivido nada. Hija del barón de Carewall, hace diez años que vive presa de una enfermedad que no llega a serlo. Desde el día que pasó frente a su ventana aquella tórtola huyendo despavorida del mirlo que la había asustado y ella la vió, aquel terror blanco se le contagió y la atemorizan sueños en los que ella desaparece, es como si se le escapara el alma. Acude a la posada por recomendación del Dr. Atterdel, el más eminente doctor de su país. El mar, gran desconocido para ella ,deberá ser su curación. Los baños de mar. A ella no le importa morir pero es vivir lo que quiere. ¿Lo conseguirá?. Llega a la posada acompañada por
- Padre Pluche, mentor de Elisewin, a quien le encanta escribir oraciones. Ya ha formado un libro con más de novecientas. Él lo único que busca es un camino. Su camino interior que le guíe por ese viaje de la vida. ¿Logrará su propósito?.
- ¿Adams? ¿Thomas?. En la posada dice llamarse Adams. En realidad se llama Thomas. Un hombre extraño, deshecho por su propia vida. Tiene los ojos como un animal al acecho por las experiencias vividas. Puede leer los pensamientos y manifestar los suyos telepáticamente. Lo ha vivido todo. Es un hombre que aguarda. Pero ¡por favor! no le preguntes qué aguarda. No pasea como lo hace Ann Deverià, no escribe como lo hace Bartleboom, no pinta como lo hace Plasson, no habla como lo hace el Padre Pluche, ni hace preguntas. Sólo aguarda. Ya sabrás a qué.
- ¿Y en la séptima habitación? ¿Quién la ocupa?. Es un hombre misterioso que no sale nunca.Todos hacen especulaciones. No se sabe quién es. No se sabe si "existe". Pero se sabe que está.
Cuando salió de su habitación en la posada no quedaba nadie. Pero él había cumplido su misión. Ya sabrás cuál era.
Por cierto, no os he hablado de los niños que habitan la posada. Son como ángeles a quienes no se puede mentir porque conocen tus pensamientos.
- Dira, la niña de 10 años que atiende y dirige la posada.
- Dol, el que ve los ojos al mar, transmitiendo a Plasson, el pintor, el paso de las naves lejanas para que las pinte y le recoge con su barca por las tardes cuando la marea sube y el agua le llega hasta el corazón.
- Dizt, el que inventa sueños y los regala.
- Dood, sentando en el alféizar de de la ventana de Bartleboom, observando el mar, vigilante y partícipe de sus sueños.
- ¡Ah!, y la hermosa niña que dormía en la cama de Ann Deverià, que nadie sabía cómo se llamaba.
Con todos estos ingredientes y los resultados de un naufragio, que sobrepasan esta historia para completar otra en ella misma, obtendremos unas horas de placer por y en su lectura que nos impulsarán a coger otro libro sin demora en un intento de prolongación de ese propio placer.

No hay comentarios: