sábado, 23 de febrero de 2008

EL CASTILLO EN EL BOSQUE

ABRE DE NEGRO

Un grupo de soldados alemanes revisan fichas y documentos alrededor de una mesa. Frente a ellos, Heinrich Himmler les ilustra acerca de las bondades del incesto como mecanismo para perpetuar la pureza.

CORTE A

Dieter, un diligente soldado, trata de encontrar la respuesta a la majestuosa perfección aria del Führer. En sus manos, la ficha personal de Adolf Hitler. Adi, para su familia.
Pero Dieter no es lo que parece. Hay algo en él que resulta imperceptible, algo que le hace diferente. Un ente extraño, misterioso… un demonio.

Exacto. Un demonio es el narrador de esta historia, de la infancia de Adolf Hitler. Desde las relaciones incestuosas de su padre (que era también su tío-abuelo) al descubrimiento de su aversión por el acto sexual.

Sé que resulta extraño, pero tal y como lo aborda Mailer, convierte esta historia en una metáfora acerca de la lucha constante entre el bien, el mal y el hombre. Sí, el hombre constituye para Mailer una tercera instancia, autónoma, cuya moral (y por extensión, su existencia) puede definirse a sí misma en función de sus propios criterios. De prosa directa y límpida. Casi austera y, sin embargo, repleta de descripciones cáusticas, que repudian los formalismos o esa especie de corrección social que casi todo lo inunda.

No obstante, y a pesar de que su escritura me asombra, tengo un par de peros que ponerle:
En primer lugar, creo que resulta excesivamente reiterativo a la hora de definir al propio narrador. Una y otra vez nos recuerda que es un demonio, y que como tal dispone de una serie de habilidades y de defectos. Si no lo recuerda más de diez veces en el libro, no lo hace ninguna. Esto creo que ralentiza en exceso la narración.
En segundo lugar, me da la sensación de que no se ha atrevido a tomar decisiones importantes respecto de la trama. Con frecuencia se desvía de la trama principal para dirigirse hacia la coronación del zar Nicolás II. Esto podría estar bien para contextualizar, pero desvía completamente de la trama principal sin que sirva para realizar una aportación de valor a la novela. Tan es así que cuando llega ese pasaje el mismo autor recomienda que, si el lector no está interesado en dicho desvío, pase directamente a la página 291. Lo cual viene a ser más o menos lo siguiente: "sé que esto no aporta nada, pero me costó tanto escribirlo que no quiero borrarlo". Desde mi punto de vista es un error, porque acaba consiguiendo que el interés que yo pudiera tener termine dispersándose. ¿Conclusión? Se me hizo largo. Muy largo.

Quien se decida a leerlo, yo le recomendaría que hiciera lo siguiente: haz caso de la nota del autor y pasa directamente a la página 291. Cuando acabes el libro, si te apetece, lee las 60 páginas que te has saltado. No afectan en lo más mínimo a la historia y seguramente la disfrutarás más que yo.

MAILER, Norman, "El castillo en el bosque", Anagrama, Barcelona, 2007.