martes, 6 de febrero de 2007

LOS MARES DE LA VIDA (Mi memoria tropológica)

Hoy,6 de Febrero de 2007,hace 60 años fuí embarcado en el velero "Destino".Y no lo hice libremente.Fuí empujado con violencia a través de la pasarela y lanzado sobre cubierta.Una cuerda sujetaba mi cintura,una mordaza sellaba mis labios,una venda cubría mis ojos.El frío era intenso,el mar,azul,embravecido.Estábamos,como ahora, en mitad del invierno.Noté que cortaban la cuerda,soltaron mi mordaza y grité,grité desaforadamente.Mas en vano.Era prisionero de la vida.Sólo pude escuchar como respuesta las risotadas de la marinería.La venda cayó de mis ojos y, poco a poco ,la niebla fue disipándose y me encontré surcando los océanos de la incertidumbre rumbo hacia lo desconocido.
Siempre me sentí protegido por la tripulación de aquel barco y no tuve miedo,aunque las feroces caras de de aquellos lobos de mar me intimidasen cuando me pillaban realizando fechorías entre las jarcias.En mi etapa de grumete,singladura tras singladura,se esforzaron por situar islotes de conocimiento en las cartas naúticas del mar de mi ignorancia.La mayoría de las veces fracasaron en su intento porque los arrecifes de mis limitaciones,los bajíos y el calado del velero impedían el acceso a sus costas.Me contentaba,echada el ancla,en contemplar encaramado a la cofa,ayudado por mi catalejo,pequeños detalles orográficos y peculiaridades que podían distinguir a unos de otros.Fue una etapa de contemplación,de aprehensión,de adiestramiento en el arte de navegar por la vida.Creo que no aprendí suficiente.Pero supe que las corrientes marinas te arrastran implacables hasta destinos no deseados y tienes que luchar contra ellas o evitarlas,en lo posible,buscando otros rumbos.También pude observar cómo una galerna podía tumbar un trinquete y acabar con varias vidas o abatir toda la arboladura y hacerte naufragar estrellándote contra las rocas.Contra eso poco se podía hacer salvo aceptar lo imprevisto como natural.La sal marina y el sol habían curtido mi piel.Los imprevistos iban curténdome el alma.
A la edad que correspondía fuí reclamado por la Marina Real para ejercer de intendente en las atarazanas de un muelle portuario.Mi etapa allí,al servicio de Su Majestad,pasó sin pena ni gloria.Fue irrelevante e intrascendente en cuanto al servicio.Pero en ese lapso de mi existencia sí que iba a suceder un hecho muy importante.Una sirena me atrajo irresistiblemente con sus cantos.Fue la musa que me inspiró,me apoyó y me ayudó en todo el acontecer posterior: ELEA (de ella os hablaré en otra ocasión).
Pasado el tiempo y terminadas mis obligaciones contractuales con la Marina,me enrolé en el "Porvenir" como marinero de 2ª.Embarcación de cabotaje que transportaba mercancías entre ciudades costaneras cercanas.Mis obligaciones terminaban mediado el día,por lo que podía dedicar bastantes horas libres a ampliar el campo de mis conocimientos.La totalidad de mi salario y la ayuda de ELEA (ya os he dicho que hablaré de ella en otra ocasión)con el suyo,nos permitió adquirir en tierra firme lo que iba a ser nuestro refugio de amor al abrigo de los temporales,la cueva donde ocultar nuestro tesoro,lugar de afirmación de nuestras personalidades divergentes pero complementarias.Ahí estamos,hasta el día de hoy.
Por aquellos días me propusieron un consorcio para adquirir una partida de madera a crédito (y por supuesto a débito) que serviría para armar un barco de nuestra propiedad.Y acepté.Le pusimos por nombre "Aventura".El barco,mal construído,se botó al agua sin estar terminado el puente,sin camarotes,apenas la crujía para poder deslizarnos a 20 pies sobre la quilla,haciendo equilibrios,el casco desnudo.Por trapío llevaba lienzos de tela de colores desteñidos encontrados acá y allá.El timón obedecía a duras penas,contínuamente había que enderezar el rumbo.Y las vías de agua,cada vez más profusas,llegando con asiduidad su calado al límite de flotación.Se pintó de un color bonito,eso sí,de lejos parecía un barco con posibilidades de navegación.En él estaban depositadas grandes ilusiones de travesías transoceánicas y esperanzas de conquista.Pero hubo que aceptarlo como simple medio de supervivencia.Con suerte se evitó el escorbuto y,más aún,el naufragio.
Cedí mi parte del "Aventura",pero sigo allí.Por necesidad y también,principalmente,por fidelidad,mi cualidad más apreciada.Durante 35 años,tras miles de millas navegadas,pateando la crujía constantemente desde la proa hasta la popa,he baldeado y cepillado las cubiertas,he izado y arriado las velas,las he cosido y recosido,he calafateado las junturas de las tablas con estopa y con brea, una y mil veces ,sin conseguir cerrarlas,achicando agua sin descanso.He hecho de carpintero,de pintor,de marinero,de timonel,de contramaestre,estibando la carga contínuamente,siempre con buen talante.Se supone que debería haberle tomado cariño al barco en todos estos años pero no es así.Cuando llego a mi refugio,a mi cueva del tesoro,rara vez hablo de las aventuras corridas en las travesías sobre este barco.
Todo esto que os cuento es mi circunstancia,es el "ello",por si lo desconocíais.El "yo",pasados 60 años,sigo buscándolo.Soy optimista y espero,tarde o temprano,poder encontrarlo.Tal vez si me dirijo hacia el Mar de la Utopía..............

6 comentarios:

Juan Sepúlveda dijo...

Enhorabuena por el relato rafa!! y por cierto feliz cumpleaños!

Kurro dijo...

Me encanta el léxico marino. Por eso disfruto tanto las novelas de Patrick O'Brian. No es que sean de estos libros inolvidables, pero chico, disfruto como un enano cuando Jack ordena hizar la cangreja, o que se envergue la cebadera.
Una pregunta desde mi ignorancia. ¿No crees que el 'ello' va esculpiendo, aún sin quererlo, al 'yo'? ¿Que incluso en ocasiones se define a partir de éste? Me cuesta trabajo pensar en una entidad (no sé muy bien cómo definirlo) independiente, ajena y por encima de cualquier circunstancia. Yo creo más bien que la definición de uno mismo tiene mucho que ver con el resto de 'yos', aunque sea por rechazo al 'ello' que nos fabrican y nos fabricamos. Es más, me inclino a pensar que el 'yo' no es algo inmutable, y que se ve modificado con el aprendizaje. Tal vez lo que digo sea una gilipollez, porque no acabo de entender del todo qué significa el 'yo' como concepto filosófico. Lo tengo claro como concepto psicológico, pero no como entidad a enconttrar.

rafa dijo...

El "yo" es una quimera.En estado puro no existe porque,como tú bien dices ,estaría mediatizado por el "ello".El buscarlo es simplemente por reafirmar o definir la propia personalidad que,en ocasiones,nos plantea indecisiones en circunstancias importantes de nuestra vida.Por eso me dirijo hacia el Mar de la Utopía.¿Te quieres venir conmigo?

Kurro dijo...

Supongo que es un viaje que yo también hago aunque no me lo proponga. Decías que tú valorabas mucho la fidelidad. Es una buena cualidad, pero yo la defiendo sólo con ciertos matices. Para mí lo más importante es la honestidad. No la sinceridad, sino la honestidad. Por eso digo que defiendo la fidelidad con matices. El honesto puede renunciar a los principios que le han guiado toda su vida si se convence de que son erróneos, puede y debe ponerlos en tela de juicio. Eso con frecuencia conduce a padecer crisis que se asemejan mucho a esas indecisiones de las que hablas. ¿Eso es bueno? No lo sé. Muchas veces no te hace más feliz, pero yo creo que no siempre debemos serlo. En fin, estoy divagando. Me voy a la cama que ya es tarde. Buen viaje.

rafa dijo...

Mi fidelidad no navega por las aguas de las ideas o la defensa de causas que,más pronto o más tarde,la razón,ayudada por los acontecimientos,puede hacer cambiar.Mi fidelidad navega por las aguas de los sentimientos de amistad,de amor,de compromiso con las personas.Y,contra ellos,mi razón no ha podido nunca vencer.

Kurro dijo...

Je, je.Vaaale, vaaa. Estooooy de acueeeerdo. Siendo así me subo al barco.