viernes, 21 de diciembre de 2007

PELANDO LA CEBOLLA

Todos tenemos secretos. Algunos más inconfesables que otros. Sin embargo, ¿hasta que punto alguno de ellos condiciona la calidad de nuestro comportamiento, de nuestras opiniones, de nuestra forma de desenvolvernos en el mundo? A menudo los eventos que nos desagradan van quedando soterrados bajo capas de sedimentos para permitirnos seguir viviendo sin que el sufrimiento por la culpa sea insoportable. Creo que Freud lo llamaba "olvido motivado". Los años se suceden y cada vez cuesta más echar la vista atrá sin que la imagen resulante no esté distorsionada. Desenterrar elementos es casi como pelar una cebolla. Capa tras capa, hasta llegar al centro mismo, no sin antes haber derramado unas cuantas lágrimas.
Recuerdo haber leído en algún libro de Gunter Grass una reflexión acerca de la dificultad de ser independiente en un marco educacional predeterminado. Me dio la impresión entonces de que trataba de forma escorada algo más tenebroso de lo que en principio aparentaba. Y así era.
'Pelando la cebolla' es una lúcida, honesta y cruda autobiografía que comienza por no escudarse en condicionantes ajenos: Gunter Grass no sólo perteneció a las juventudes hitlerianas (me niego a ponerlo en mayúsculas), sino que se alistó voluntario a las ss. Fue conducido y prontamente herido en la famosa batalla de las Ardenas. No hay resquicio. No hay excusa. Y para que quede así patente intercala ejemplos de chavales de su misma edad que, en similares circunstancias, rechazaron la colaboración belicista con un régimen nauseabundo.
Sin embargo, resulta muy atrevido juzgar. Tanto para condenar como para perdonar. Lo primero, porque, si bien es cierto que Grass asume su vergüenza dentro de lo que pasó a denominarse culpa colectiva, los instrumentos críticos de un chaval de catorce o quince años para discernir lo correcto dentro de una maquinaria propagandística tan potente son, cuanto menos, cuestionables. Por otro lado, un fusil, una bala y un muerto son lo mismo ahora y entonces.
¿Y el perdón? Simon Whisenthal escribió un impresionante libro sobre un hecho que marcó su vida: la petición de perdón por parte de un oficial nazi y su negativa a otorgárselo. Nadie más que las víctimas tiene derecho a perdonar al verdugo; él no podía perdonar en nombre de las personas a quien ese oficial había hecho desaparecer.

Pero ¿por qué no lo dijo antes? No lo sé. Y no lo explica. Supongo que hace falta mucho valor y, como explicaba José Antonio Marina, el miedo es un enemigo atroz, capaz de sepultarnos bajo el peso del qué dirán.

A pesar de ello, Grass no se detiene sólo en eso. Su sinceridad le conduce escribir acerca de su comportamiento con sus padres, sus novias… La madre. Sin duda, lo que más me ha impresionado es la página que dedica como epitafio a su madre.

La prosa de Grass me asombra. Es de una claridad pasmosa. Limpia, directa y elegante. Traba de manera constante su relato con interesantes reflexiones acerca de muy diferentes aspectos de su vida, pero, por encima de todos, el Arte. La pintura, la escultura, la literatura, el cine. Toda su biografía parece seguir un camino hacia la expresión artística, lejos de la apatía y la ambigüedad. Sinceramente, me ha gustado mucho.

Libro: GRASS, Gunter, "Pelando la cebolla", Alfaguara, 2006.

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