sábado, 16 de diciembre de 2006

SENCILLO, NO SIMPLE

No he debido explicarme bien. Tienes toda la razón al mencionar la novela de García Márquez como un ejemplo de forma. Es uno de los libros que más me gustan, y cada vez que pienso en él me entra vértigo: ¿¡cómo se puede mantener ese nivel de espectación contando el final de antemano!? De vez en cuando uno se topa con uno de estos libros que te bloquean, te hacen preguntarte: ¿y para qué voy a escribir yo, si nunca voy a ser capaz de hacer algo así? Claro que entonces no haríamos nada, pero 'Crónica de una muerte anunciada' me provocó esa sensación. Por supuesto que la forma es importante en todo arte. Quizás mi comentario debía haberlo matizado más. Me refiero a la cantidad ingente de escritores que edulcoran aquello que escriben disfrazándolo con elementos que van más en la dirección de remarcar lo grande que es el autor, o lo inteligente que es que al desarrollar la historia. La historia para mí no es sólo su contenido, también es su forma. En términos cinematográficos me explico mejor: comparemos a Orson Welles con John Huston. Ambos considerados como grandes directores, con películas absolutamente memorables. Sin embargo el primero ha destacado más debido a las innovaciones formales. 'Sed de mal' arranca con una impresionante grúa que conduce al espectador a través de una aduana hasta un maletero de un coche que estalla. Técnicamene una maravilla, pero yo lo discuto más a nivel narrativo. Es cierto que cuenta lo que quiere contar, pero el problema es que estoy tan pendiente de cómo es el plano, de lo bonito que es, que me olvido de qué me cuenta. No me atrapa. En 'Macbeth' sucede lo mismo, con esos impresionantes contraluces, o las sombras que persiguen a Welles en planos imposibles (sacados de Eisenstein). Pero me quedo tan obnubilado ante esas composiciones, pensando "¡qué plano tan bonito!", que me saca de la historia y no me emocionan, no me golpean. Por eso, salvo 'El cuarto mandamiento', las películas de Welles me parecen emocionalemnte huecas.
Sin embargo, con John Huston me sucede todo lo contrario: desde el primer plano de cada una de sus pelícuas (salvo alguna pifia que otra, que las tiene) me atrapa la fuerza de sus personajes, que siempre están movidos por pasiones concretas, sencillas y perfectamente identificables, por más que luego puedan complicarse las tramas. Me siento y casi no parpadeo hasta que terminan 'Cayo largo', 'El halcón maltés', 'El hombre que pudo reiner' o su legado póstumo, la peli que me llevaría a una isla desierta, 'Dublineses'. En muchas ocasiones he intentado fijarme en cómo estaban rodadas, cómo etaban montadas, y rara vez lo he conseguido. Y sin embargo cada uno de sus planos es tan maravilloso como cualquiera de los de Welles. ¿Qué pasa entonces? ¿Cuál es la diferencia? La concepción. Mientras Welles pretende contar algo con el lenguaje, con la gramática, algo que sus personajes no son capaces de expresar por sí mismos, Huston pone ese lenguaje al servicio de los personajes, son ellos, sus decisiones, cada una de sus elecciones las que nos cuentan cómo son, sin necesidad de grandilocuencias que provocan un alejamiento emocional y obligan a interpretar cada angulación como un signo que describe de forma intelectual una emoción. Por eso Hitchcock dice que se equivocó al rodar 'La soga' en un solo plano (por cierto, no es uno, son diez). Porque puso la historia al servicio del lenguaje y no el lenguaje al servicio de la historia, con lo que perdió fuerza, capacidad de insinuación, de manipulación, que al fin y al cabo, era lo que le gustaba y lo que sabía hacer mejor.
Trasladar eso a la literatura es complicado. En la novela de Peter Viertel 'Cazador blanco, corazón negro', cuando Pete está leyendeo el diálogo de una secuencia para el director, John Wilson, éste le dice que está complicándola, que el arte es grande cuando es sencillo. "¡El arte no tiene reglas!" responde él de forma airada. "¡Por supuesto que las tiene! Hay miles de ellas, y la sencillez es la primera. Tolstoi, Hemmingway, Faulkner, ... todos ellos lo comprendieron. La sencillez les hizo grandes". Bien, ese John Wilson es en realidad John Huston, y Pete es Peter Viertel. La secuencia era de 'La reina de África'. Esa es la sencillez que me parece difícil de encontrar, las que motivan a los personajes. Sus vidas pueden ser todo lo complicadas que se quiera, pero las pasiones son simples: amor, odio, deseo, codicia... Cuando el lenguaje interfiere para convertirse en protagonista suele, no siempre, pero suele ser para ocultar vacíos. "Al despertar Gregorio Samsa una mañana, tras un sueño intranquilo, encontróse en su cama convertido en un monstruoso insecto". ¿Se necesita más? No hay florituras, no hay nada que despiste, es un golpe al estómago sencillo y directo, y esa sencillez hace que este sea, al menos para mí, el mejor arranque yo he leído jamás. Las florituras suelen servir para ocultar lo que es simple, plano.

2 comentarios:

rafa dijo...

Realmente los dos estamos de acuerdo aunque no compartamos los mismos criterios.Donde hay algo bueno,se le reconoce.A mí también me encantó "La metamorfosis".Lo que ocurre es que el ángulo desde el que vemos las cosas no es el mismo.Yo,en mi actual encarnación,veo las cosas desde el punto de vista de la estética.A mí,las sombras que persiguen a Macbeth y alientan sus miedos y sus dudas seguro que me dicen suficiente.Por supuesto estoy de acuerdo contigo que un buen director de cine y un buen actor no necesitan tanto del lenguaje ni de artimañas técnicas para transmitirnos bien el mensaje que quieren enviarnos.
Creo que el Cine juega con mucha ventaja respecto a la Literatura porque se apoya en muchos más soportes,principalmente en la imagen.Es más difícil crear un buen libro que crear una buena película.Aunque,en cine,tú eres el experto.Yo soy el mero espectador que sólo busca distracción y buenas sensaciones cuando ha terminado la película.
Cuando leí tu crítica encendida de "El aborto de Dios" me dije:ahí está mi Francisco.Porque Pablo de Tarso es un personaje con el que te identifico plenamente.La pasión que pone en la defensa de todo aquello que cree justo es encomiable.
Y,ahí es donde nos diferenciamos.Yo soy contemplativo.Pienso que las pasiones engendran enfrentamientos y que éstos,en ocasiones,generan violencia.
Por cierto,¿cuál es tu opinión sobre Klaus Kinski en "Aguirre:la cólera de Dios"?.Es una película que me gustó mucho cuando la vi por primera vez hace ya unos cuantos años y que hace poco repitieron por un canal de televisión y no pude ver por completo.

Kurro dijo...

Te puedo dejar esa película cuando quieras, aunque de momento sólo la tengo en VHS. Estoy queriendo comprarla desde hace tiempo, porque el doblaje es bastante malo, pero nunca veo el momento. Pero si te gustó, deberías ver un par de cosas de ese mismo director: 'Fitzcarraldo' (que imagino que la habrás visto) y un documental que creo que se llama 'Kinski y yo'. Para mí Kinski ha sido el mejor actor de todos los tiempos. Aunque no sé si llamarlo actor, porque no actuaba, se convertía. Esataba loco. ¿Sabías que casi mata a un indígena cuando rodaban Aguirre?
La primera vez que la vi fue en el CEU. Todavía no sé por qué razón suscitó risas, cuando no tedio. A mí me sobrecogió. Supongo que sería por la desnudez de sus imágenes, como si alguien de la expedición hubiera llevado una cámara oculta. Siempre me han atraído los personajes autodestructivos, esa especie de pasión mesiánica que corrompe todo lo que tienen alrededor hasta que ellos mismos se ven sumidos en el lodo. Como Ricardo III, Macbeth o, siguiendo con los apuntes de antes, el mismo John Huston. Pero no es sólo el personaje. Cuando veo Aguirre, veo a todo un equipo de rodaje perdido en medio del Amazonas llevando a cabo la misma empresa de Aguirre, con la misma obsesión, como si en vez de hacer una película estuvieran cumpliendo una misión divina, y los locos en busca de El Dorado fueran Herzog y Kinski. No es ni técnicamente perfecta, ni siquiera creo que lo sea narrativamente. Tiene algún que otro bache y el texto está trabado de expresiones que creo que resultan excesivamente literarias. Incluso comprendo que el distanciamiento que utiliza Herzog al estilo de Bertol Brecht, cuando uno de los tripulantes muere al ser alcanzado por una flecha y dice eso de: "las flechas se han puesto de moda", puede provocar el efecto contrario al que persige con esa estética documental. En definitiva, hay muchos elementos que pueden dar la razón a quienes denostan esta película por ser algo contradictorios, pero yo veo en ella tal pasión, tal fuerza de voluntad y un convencimiento tan grande en que esa historia debe ser contada a costa de lo que sea, que me quedo clavado en el sillón cada vez que la pongo. Lo cual, todo sea dicho de paso, últimamente hago con cierta frecuencia. No sé, debe ser como cuando alguien presencia un huracán. Sabes lo que va a suceder: todo va a quedar arrasado, pero es una respresentación física tan majestuosa de la fuerza de la naturaleza, de lo endebles que somos, que cada vez que sale uno por la tele me quedo embobado mirándolo. Creo que eso mismo es lo que me pasa con algunas películas de Herzog, que me dejan ver la virulencia interpretativa de Kinski. Y sé que todo acabará en desastre. La película y el rodaje. Pero no puedo apartar los ojos por la fuerza vital que despliega, y tras esa mirada azul y vidriosa se percibe un tifón de pasiones tan violentas que desruirán todo cuanto odie y ame. Es como ver a la vida y la muerte batallando.